La obra se sitúa en un escenario teatral que se convierte en un microcosmos de la aristocracia bonaerense. Mujica Lainez utiliza la ópera como un telón de fondo para explorar las complejas relaciones interpersonales que se entrelazan entre los asistentes. En este ambiente de lujo y sofisticación, los personajes revelan sus sueños y frustraciones, creando un retrato vívido de una sociedad en decadencia.
El Gran Teatro es un reflejo fascinante de un mundo que, aunque opulento, es profundamente frágil. La forma en que Mujica Lainez entrelaza las vidas de sus personajes en una velada tan significativa es magistral. La obra invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza humana y la futilidad de las aspiraciones materiales.